
1º de enero
Ni quiero pensar cómo van a terminar algunos después del carrete de año nuevo. Por ejemplo, mi colega Ajenjo Verde, el Loro del Wanderers (que por ahí comentó que los fuegos artificiales le subían la líbido) y la ministra de Cultura, Paulina Urrutia, a quién se le ha visto bastante alterada en los Carnavales Culturales. Ojalá que todos ellos pasen una buena noche, de verdad. ¡Ah! y espero que mi querido Sabino -que reapareció para los festejos por la muerte de Pinochet- continúe con su tradición de correr por todo Pedro Montt regalando abrazos. Desde Las Heras hasta la plaza Victoria y viceversa. (¿Se acuerdan del Sabino? Recuerdo cuando me daba la lata, siempre se me acercaba y me hablaba de cualquier cosa. A veces me agotaba la paciencia, pero igual lo escuchaba).
Lo que es yo, creo que me guardaré en casita a disfrutar de mi vista privilegiada a la bahía. Como siempre, veré los fuegos artificiales -no me imagino una noche de año nuevo sin cuetes ni pirotecnia- y brindaré con mi familia. La verdad es que nunca me han gustado mucho los carretes de fin de año, me estresan. Me carga sentirme obligada a pasarlo bien sólo porque la tradición así lo dice. En una oportunidad pasé toda la noche viendo una maratón de Pókemon. ¿Ridículo?, para nada, yo lo pasé chancho.
Pero hace un par de años descubrí que el día 1º también se puede carretear. Cuando todos están pasando la mona yo estoy preparando alguna junta con los amigos que sobrevivieron a la juerga. La idea es empezar al almuerzo, o mejor al desayuno, devorándose unos ricos mariscos. Eso sí, los del pueblo -nada de ponerse finos con centolla u ostiones- Lo más recomendable son unas buenas almejas crudas, aliñadas sólo con limón. Y ojalá comerlas en su misma concha. Para los delicados de estómago, recomiendo una buena sopita de choros, con harto cilantro y un huevito (ideal para la caña). Los más valientes podrán arriesgarse con unos piures recién sacados de la percha. Conozco a unos que se los tragan así no más, sin hacerle asco al yodo. Yo, paso. Me quedo con las almejas compradas en los camiones que a eso de las 8 de la mañana llegan a Caleta Portales. Ahí el espectáculo marino es muy divertido. Siempre me ha gustado observar a los vendedores, escuchar cómo ofrecen sus productos. Pero lejos, lo más entretenido, es ver a los que limpian las pescás -mmm que rico, me dieron ganas de comer una a la lata- y reírse con las historias que cuentan. No falta el que se tira al dulce con una y trata de engrupir. ¿Alguna vez les resultará?.
Espero que al atardecer de este lunes la brisa sea tibia, para disfrutar de mi terraza, mis mascotas, una buena compañía y una rica cerveza. Después de haber saboreado un buen mariscal crudo y de unos apretados abrazos.
¡Feliz 1º de enero!